Luis Miguel: ¡es un placer!
México, DF.- Impecable y seductor, con la piel bronceada y luciendo una voz que parece no cansarse, Luis Miguel volvió, una vez más, a echarse al bolsillo anoche al Auditorio Nacional.
Esta vez se trató del inicio de su “The Hits Tour”, show retrospectivo por sus 30 años de carrera, que pisará el recinto de Paseo de la Reforma en 14 ocasiones, y que recorre baladas, boleros y hasta rancheras.
Mujeres mayores de 40 años, grupos de amigas treintañeras, matrimonios maduros y una que otra pareja de jóvenes enamorados integraron la audiencia de 9 mil 754 personas, según cifras de los organizadores, que abarrotaron prácticamente el lugar.
“El Sol” mexicano, de 42 años, apareció a las 20:50 horas, vistiendo traje y corbata negras, y camisa blanca, mientras era recibido por una lluvia de aplausos, alaridos y piropos de sus fieles seguidores.
Hizo una reverencia, comenzó a cantar “Mujer de Fuego”, lanzó una patada y se deslizó por el escenario presumiendo su voz, adornada por las notas de 10 músicos repartidos en una serie de tarimas.
El artista, que impuso una marca de 30 presentaciones en el Auditorio en 2006, continuó con “Suave” y “Si Te Vas”, bañado por las luces de seis pantallas de leds de su producción, sumadas al par de casa del Auditorio.
“¡Muy buenas noches, México! ¡Qué maravilla, qué enorme placer regresar al Auditorio Nacional!”, dijo para luego pedir que todos alzaran las manos.
“¿Qué tal están? Placer enorme saludarlos y agradecerles el privilegio tan grande de estar nuevamente con ustedes haciendo lo que más me gusta, cantar”, continuó el ídolo, que desde 2010 no lanza un nuevo disco.
El romanticismo lo regaló con “Contigo en la Distancia” y “No Sé Tú”, en la que extendió el micrófono para escuchar cantar al público más de un minuto, mientras que entre los temas rítmicos estuvieron “Sol, Arena y Mar” y “Un Hombre Busca una Mujer”.
Para mantener a raya a las fans que, aventuradas, de vez en vez se acercaban a su ídolo con los brazos estirados hacia él, al filo del escenario se encontraban siete elementos de seguridad.
“Papacito”, “mi rey”, “mi vida”, “encanto”, “cuero” y “ricura” eran parte de la lista de halagos que lanzaban sus “incondicionales” desde sus asientos, mientras que alguna, más crítica, decía que estaba “gordito”.
“Luismi” no se movió como antaño, y realizaba apenas pasos pequeños, pero regaló “marcas registradas”, como agarrarse el cabello, mover la cabeza de hombro a hombro y hacer señas de “ven” a todas.
Pero su encanto sigue intacto: hizo suspirar a todos cuando se acercó al borde del entarimado, siempre resguardado por un guardaespaldas.
Luis Miguel: ¡es un placer!